Santa Presión
15 de marzo de 2007
pp. 78-79
En la mañana del viernes 9 de marzo, el Presidente de la República recibió una visita tras la que no se ofreció ningún tipo de declaración. A Palacio de Gobierno llegaron el arzobispo de Lima, cardenal Juan Luis Cipriani; el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y arzobispo de Trujillo, Miguel Cabrejos, y el presidente de la Comisión Episcopal de Familia, Infancia y Vida y arzobispo de Piura, José Antonio Eguren.
La presencia de monseñor Eguren debe leerse entre líneas. Es el primer obispo ordenado del Sodalicio de Vida Cristiana. Su comisión asesora, promueve estudios y hace propuestas sobre todo lo concerniente al matrimonio y la familia. Además tiene bajo su cargo el comité de bioética de la Conferencia Episcopal.
Aunque a la reunión le prosiguió el silencio, es casi seguro que tuvo entre sus temas centrales la discusión sobre el aborto terapéutico, vuelta a poner sobre el tapete tras las revelaciones sobre el caso de Karen Llantoy, a quien el Estado le obligó a continuar con un embarazo a pesar de que el feto tenía una grave malformación, la anencefalia, que hacía imposible su subsistencia (CARETAS 1965, 1966). Naciones Unidas recomendó al Perú una serie de medidas para corregir el daño ocasionado a Llantoy y su cumplimiento se ha convertido en un dolor de cabeza para el sector Justicia.
A eso hay que añadir que se dio a conocer que el Instituto Materno Perinatal aprobó un protocolo para practicar el aborto terapéutico, que es permitido por el Código Penal cuando se pone en peligro la vida de la gestante, pero que hoy, tras casi ochenta años, sigue cubierto por un manto de vaguedad que ocasiona situaciones traumáticas como la de Llantoy.
Tras revelarse la existencia del protocolo (CARETAS 1966), que según algunas interpretaciones podía ser considerado una norma de alcance nacional por el rango de la institución que lo expidió, el Ministerio de Salud se vio obligado a encarar el tema. El ministro Carlos Vallejos anunció esta semana la creación de una comisión multisectorial –integrada por gremios médicos, sociedades científicas, sociedad civil y representantes ministeriales– para elaborar un protocolo a ser aplicado en todo el país. Al parecer, cedió a la presión para no darle ese peso al protocolo del Instituto, que solo regirá en esa entidad.
La Iglesia tiene como objetivo ocupar un asiento en aquella comisión. Representantes de una organización de defensa de los derechos reproductivos de las mujeres dijeron a CARETAS que, siendo esta institución contraria a toda forma de aborto, no sería ético que conformen una comisión que tendrá como mandato el explicitar los casos en los que se permitirá estas intervenciones.
Hace cuatro años y medio, el cardenal Cipriani y el entonces congresista Rafael Rey, declararon la guerra al intento parlamentario de reconocer el aborto terapéutico en el proyecto constitucional que entonces se discutía y quedó eventualmente truncado. La discusión motivó una cómica y “embarazosa” carátula de esta revista (edición 1749).
Rey, actual ministro de la Producción declaró entonces: “Nuestra sociedad admira a las personas que con riesgo de muerte toman acción para salvar a un amigo y no a aquel que escapa y deja al amigo en una situación difícil, o a aquel que mata para salvar su vida. Y eso es, precisamente, lo que el aborto terapéutico pretende”.
El entusiasmo con el que el Presidente recibió al cardenal el viernes pasado (ver foto) plantea interrogantes sobre el rumbo que tomará el debate. Durante la campaña, AGP se opuso a la propuesta de Ollanta Humala para legalizar el aborto. “Yo estoy a favor de la libre elección de métodos anticonceptivos, pero estoy en contra del aborto”, declaró en febrero del año pasado. Queda por verse si su negativa incluye también el aborto contemplado, esencialmente, por la ley.
Lo que en realidad está en juego no es la subsistencia legal del concepto del aborto terapéutico, reconocido en el Código Penal desde 1929, sino las causas específicas por las que será permitido. El protocolo del Instituto Materno Perinatal abre considerablemente el abanico de estas causales (CARETAS 1966). Si ese documento es un referente, es de esperar que la Iglesia luche cada línea al centímetro.
Mientras tanto, el pasado martes 13, DEMUS organizó un debate, moderado por el psicoanalista Jorge Bruce, en el que se presentaron las declaraciones por vídeo que Karen Llantoy, hoy de 22 años, envió desde España. La joven se ha convertido en el caso emblemático de quienes defienden la apertura de esta opción. (E.CH.)
1 comment:
Ya veo que esta será una lucha constante y dura; aunque con el favor del Don Alán García ciertamente...
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